La Paradoja de la Entrevista: Cuando el Selector es tu Hijo

 



    En un mundo donde la experiencia es, paradójicamente, un obstáculo para los mayores de 45 años, la búsqueda de empleo se convierte en una odisea. En este escenario, la idea de que tu propio hijo ocupe la silla del selector es una ironía tanto cómica como profundamente reveladora.

    La silla de poder, el lugar donde se decide tu futuro profesional, está ocupada por alguien a quien le enseñaste a caminar. Él, que creció viendo tu dedicación, tus logros y tus frustraciones, ahora te pide que le hables de tu trayectoria, tus habilidades y por qué eres la persona ideal para el puesto.

    Esta situación subraya el duro contraste entre la realidad del mercado laboral y la intimidad de las relaciones familiares. Por un lado, está la presión de un mundo que te exige ser relevante y dominar la última tecnología. Por otro, está la mirada de tu hijo, que no te ve solo como un currículum. Él conoce tu perseverancia, tu capacidad de adaptación y tu resiliencia.

    Quizás, en el fondo, esta fantasía de "mi hijo el selector" es una forma de recordarnos que lo que realmente importa en una entrevista es la autenticidad y la convicción. No se trata solo de la lista de empleos que has tenido, sino de la persona que eres, de la experiencia de vida que has acumulado y de la pasión que aún te mueve.

    El selector puede ser un desconocido, un joven profesional o, en este caso, tu propio hijo. Pero la prueba es siempre la misma: tienes que demostrar que tu valor va más allá de un número en un documento. Tu hijo ya lo sabe. La tarea ahora es que la empresa también lo entienda.

Por Pablo Montes 


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